25 noviembre 2010

La profundidad de la estupidez humana se confabula contra los que no debe.
Por estúpido.
Por inclemencias del tiempo vital.
Por el tumulto indiscriminado de algunos yerros que se amontonan y se embotellan.

Nada se concibe sin orden y desorden...

Tengo una horizonte. Una mano que me agarra al caminar. Para que no me pierda.
Tengo una respuesta. Una palabra, un sonido grato que me indica la senda.
Tengo un huracán de amores. Que pone en jaque mi solitario presente.

Tengo una familia...
Allá adelante...

Y no hay forma de cortar el envión...

No hay comentarios.: