Evidentemente -deplorable como soy- ni la furiosa sesión de jazz que estoy escuchando me calma los nervios.
Toco el teclado como un piano de cola e intento que todo corra y fluya como si improvisara sin partituras.
Azabache, a lo lejos, se cierra el horizonte en una nube turbulenta que descarga con rabia.
Es tan difícil de entender como pretender que un murciélago se acueste a dormir en horizontal sobre una cama.
Me limito a limitar el limite.
Hábilmente... para que no puedan verme...
Buenas noches mucho gusto hasta mañana gracias de nada.
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