Perseguía tanto lo que no buscaba que posiblemente en algún momento iba a suceder lo que sucedió: lo encontré.
Ahora que lo tengo -y que dejé de lado las absurdas explicaciones sobre cómo vino, dónde estuvo y qué hago con esto- prefiero dedicarme a disfrutarlo, a flotar y a sacudirme el polvo de estas plumas que estuvieron guardadas un tiempo sin volar.
Tan sencillo como comer pan y tomar mate cocido mirando 21 gramos con la persona que queremos estar.
Tan sencillo y tan elevado como eso...
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