Al caer la tarde que lo separaba del día y la noche intuyó que los pestillos de la puerta de entrada habían sido corridos por manos anónimas.
No se inmutó ante este hecho, sino que prefirió enfrentar la sensación ambivalente que le provocaba inmiscuirse en territorios desconocidos, incluso después de haber pensado para sí mismo el salir corriendo despavorido.
No, nada de eso...
Prefirió establecerse estoico ante la expectativa provocada por lo venidero.
Entonces con la punta del pie, corrio la puerta haciendo un hueco tan grande como el ancho de sus hombros y asomóse de perfil y en silencio...
- ¿Quién... anda...?
Lo que siguió fue un estruendoso tropiezo, la posterior caída de un sillón y un quejido agudo...
- ¡Puta madre!!
Active mi celular para hacer luz y encontré su cara entre los almohadones con una sonrisa en los labios, un dolor en las rodillas y una queja visceral con resignación...
- Te olvidaste de pagar la luz...!!!!!!!! Otra vez...
No hay comentarios.:
Publicar un comentario